Como todos los años, conmemoramos el acto homenaje a las personas fusiladas por el franquismo en Aranjuez. El acto volvió a consistir en la visita a los mausoleos de fusilados y fusiladas, tanto en el cementerio civil como cristiano, guardando sendos minutos de silencio en su memoria.
Para concluir el acto, el presidente, Juan Luis Martínez, leyó parte de la presentación que Macarena Peche realizó en la III Jornada sobre memoria histórica de los pueblos que se celebró el pasado 5 de octubre en Aranjuez. Este fue el texto:
Entre el 29 de mayo de 1938 y el 18 de junio de 1943 fueron asesinadas y enterradas en el cementerio municipal de Aranjuez más de doscientas personas: hay datos confirmados de 193 varones y 9 mujeres. A día de hoy sabemos que al menos diez de ellas fueron concejales y cuatro alcaldes de las localidades de Aranjuez, Belmonte de Tajo, Colmenar de Oreja y Villarejo de Salvanés . No siempre constan estos datos, pero de los que sí tenemos se desprende que el 50% eran jornaleros, el 30% había nacido en Aranjuez, donde tenían su residencia el 66%.
Conocer cada caso personal ayuda a interpretar el contexto. Pero el conocimiento de cada ejemplo es pertinente en la medida que se interpreta en clave de política colectiva. Poner nombre a cada víctima prolonga su vida en esa memoria común colectiva que se crea por la suma de memorias personales. Por el contrario, una memoria olvidada otorga veracidad a la memoria falsa conservada. Queda pendiente conocer la vida de estas más de doscientas personas asesinadas.
La verdad no es antónimo de mentira, sino de olvido. Para que se conserve la verdad es preciso recordar, porque el olvido conduce a la mentira y a la nada. Cuando se impone el olvido y la sociedad asume la amnesia colectiva, se facilita el caldo de cultivo en el que crecen las violaciones de derechos humanos. La lucha del hombre contra el poder es la lucha de la memoria contra el olvido (Milan Kundera).
Hoy asumimos el compromiso de dar a conocer la historia, que ellos y ellas comenzaron, en su dimensión de obligación social para paliar el trauma comprendiendo el dolor profundo causado por algo que ha sucedido y que se mantenía en silencio y se sufría en la intimidad. Cerrar un duelo necesita un ritual de despedida que lo integre en la sociedad a la que se pertenece y que un funeral digno rompa el maleficio de los victimarios. Del franquismo hemos heredado dolor, culpa, silencio y olvido, pero hoy asumimos este compromiso también con una herencia de amor, identidad y resistencia.
A continuación y como es tradicional, se leyó un poema realizado por Antonia Ayuso, que como en esta ocasión no pudo acudir, leyó su hermano José, titulado Libertad:
Horizonte plagado de rosas y lágrimas.
Desesperación en las manos y caras.
Llorar con gemidos y gran desolación.
Estrepitoso sonar de cargador y balas.Creían en las premoniciones de libertad.
Y fue tan solo una esperanza y quimera.
Tanta penuria de hambre y calamidades.
Y después de ello habría que claudicar.Sangre que no conseguía un propósito.
La guerra perdida está y solo fue penar.
Pocos medios, ni técnicas de estrategias.
Solo un pedazo de pan con leche y agua.Así no se podía desarrollar la energía,
Para al otro bando frenar su tiranizar.
Basándonos en el estipular fortaleza.
Y poder saborear la palabra: ¡ LIBERTAD!i Cuántas vidas acabadas en sombras i
La posguerra fue de infortunio y zozobra.
Al recordarlo brindo un gran homenaje.
A los que dieron su ser con el alma rota.